Con los primeros días de calor en el sur de Europa vienen las ganas de darse un paseo pero, en muchas zonas también llega el miedo a los incendios forestales.
Los últimos veranos han sido especialmente duros en incendios y, en las zonas que ocurren, las comunidades no dejan de preguntarse si no estaremos haciendo algo mal con la proteción pasiva de estos tesoros en forma de bosques. Quizá por ello, los planes forestales se revisan y van incluyendo la tendencia a una gestión activa, con aprovechamientos de los recursos que los bosques ofrecen (aunque no siempre con las mejores ideas). Porque un bosque sin uso es un bosque en peligro.
Poco a poco va apareciendo figuras como la “custodia” del territorio que permiten una gestión más eficaz y activa del territorio, en la wiki de la Plataforma de Custodia del territorio podéis ver algunos proyectos que se impulsan en territorio forestal.
La iniciativa que más nos ha llamado la atención estos días es la de Cataluña. Demuestra que los bosques que sí se usan y aprovechan dan pie a la aparición de un ecosistema de empresas, servicios y productos que podemos traer a nuestras ecocasas.
¿Cómo?
Ya os hemos hablado de la biomasa, en forma de pellets (1) o leña, y también de la celulosa y de otros materiales que utilizan los derivados como complemento, hemos visto cómo la madera puede ser un sencillo y efectivo revestimiento. Los productos y subproductos forestales tienen muchas aplicaciones sostenibles…
Pero también nos podemos llevar el bosque a casa en forma de quesos, carnes, trufas, infusiones,… ¿Por qué no imaginar grupos de consumo de silvopastura y silvoagricultura?
¿Conoces algún proyecto así? ¡Cuéntanoslo!
Imagen: Ester Gisbert, publicada también en Dominio Público
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