Jose María Tomás Llavador y Bruno Sauer sobre certificaciones y sostenibilidad

Conocimos a Jose María Tomás Llavador en la presentación de los premios FAD en el Parque Tecnológico de Actiu. Hizo una presentación sencilla del proyecto, sin grandes palabras y simplemente mencionando la certificación Leed Gold (que es la primera conseguida por un edificio industrial en Europa). Pero durante las exposiciones y la visita a la fábrica nos sorprendimos de la complicidad con los trabajadores, directores y fundador y, sobre todo, de lo preciados que ellos estaban de su edificio, de lo que están construyendo allí. Así que nos acercamos a él pensando que nadie nos podría traducir mejor el proceso de certificación y lo que aporta a sus usuarios. No nos sorprendió que nos atendiera tan amablemente y que se ofreciera a darnos una entrevista y, aún más, a invitar a su colega Bruno Sauer. Él es el director técnico del Green Building Council (GBCe) y conoce todos los entresijos del mundo de las certificaciones a nivel técnico y científico.

El día 18 de diciembre pasado nos acercamos a Valencia y, con el ejemplo de Actiu de fondo, tuvimos una conversación apasionante. Jose María demostró una gran visión empresarial y de la innovación y Bruno, una gran pasión por la construcción sostenible y su divulgación. Hablamos de muchos temas durante más de 2 horas: desde cómo deberían ser los lugares de trabajo hasta los retos del urbanismo y la construcción sostenible en el futuro próximo en latinoamérica, pasando por las características de los distintos certificados, la posibilidad de objetivizar y comercializar la sostenibilidad, la crisis económica, las políticas para fomentar la construcción sostenible y cómo las distintas instituciones sociales o empresariales están superando a la administración. Así que publicaremos la entrevista en 2 partes. No os la perdáis porque demuestra que la sostenibilidad es, ante todo, una conversación entre personas que quieren superarse.

1ª parte:

mimbrea: Empezamos con lo que nos ha traído hasta aquí, el Parque Tecnológico de Actiu que no parece una “fábrica” sino un palacio de congresos o un parque con edificios institucionales, ¿es intencionada esta sensación?

TL: El proyecto responde a las necesidades que la propiedad tenía: hacer un lugar de trabajo y, a través de ese proyecto, traducir o explicar la filosofía de la empresa. Poder hacer un lugar flexible para trabajar y producir muebles, pero también para hacer presentaciones. Un lugar de encuentro y transmisión del conocimiento, es decir, de intercambio, en el que poder recibir gente, incluso, de fuera del círculo típico de la producción del mueble. Que enlazara de manera más cercana con la sociedad, y que ese acercamiento fuera transversal e internacional. Allí va mucha gente, clientes, gente que está interesada en ver cómo se produce en la fábrica,… Es un lugar vivo. Esto es lo que se pretendía desde el principio, y si lo hemos conseguido es fruto del trabajo de todos, de la empresa, del equipo de arquitectura, de todos.

mimbrea: Un sistema de acequias en las cubiertas para la recogida de aguas pluviales, control de escorrentías y 2.500 plantas, la primera planta de energía solar sobre techo industrial en Europa, patios interiores en las oficinas para el control de la ventilación. Muchas novedades en un sólo proyecto, ¿cree que ser una empresa de diseño y creación, les ha hecho ser más receptivos con soluciones más innovadoras y sostenibles?

TL: Sí. Ellos siempre están intentando progresar en diseño con soluciones mejores y más sostenibles en el sentido amplio. Se trabaja en el laboratorio de la propia fábrica, hay acuerdos con el Instituto de Biomecánica de la Universidad Politécnica de Valencia,… Hay una depuración del proceso de diseño. Y voluntad de innovar. Todo eso está implícito en la propia marca, en la filosofía de la empresa. Por otro lado, forma parte de nuestro trabajo como arquitectos, en general, tratar de innovar en nuestro proyecto, en nuestro trabajo diario. Encontrarse con un cliente como Actiu que lo que pretende es que te incorpores a su proceso de innovación y experimentación, es una suerte enorme.

mimbrea: El parque Actiu es el primer proyecto industrial sostenible certificado LEED Oro en Europa. ¿Qué papel pueden tener las Certificaciones en conseguir procesos de diseño y construcción más sostenibles?

TL: Yo conozco más el LEED, que es una certificación que tiene una connotación anglosajona, de competir contigo mismo, de mejorarte. Es casi como el juego del golf. En el golf compites contra ti mismo y con el LEED compites con tu mejora permanente en el proceso de diseño. BREEAM también es así, es una certificación que cualifica la mejora, a partir de unos mínimos iniciales que has de cumplir obligatoriamente. A partir de ahí tienes la posibilidad de mejorar, la posibilidad de incorporar mejoras que te van puntuando y subiendo nivel. Ese es el proceso.

En el caso de la fábrica Actiu ha conseguido el LEED Gold, ha sido el primer edificio industrial en Europa que ha conseguido este nivel de certificación. Produce energía, recicla el agua,… Pero sobre todo destacaría los lugares de trabajo: el espacio para trabajar es un espacio luminoso, un espacio a escala humana. Hay relación entre el exterior y el interior. Quiero decir que no ese trata de cumplir el estándar de una instalación, que se puede cuantificar con una cosa concreta, con un dato numérico, sino que también se valora el ubicar espacios para el deporte, para la bicicleta, para los recorridos peatonales, es una suma de cosas de menor rango, pero que dentro del todo es muy importante, y aporta al proceso.

mimbrea: Bruno, como director técnico del GBCe, nos puede contar qué ventajas tiene la certificación en general ¿son una manera de evitar la incertidumbre y generar confianza entre los agentes del sector?

BS: Todo este tipo de herramientas de certificación y de diálogo han nacido de la necesidad de la gente para objetivizar la sostenibilidad. Porque la sostenibilidad ha estado mucho tiempo en el ámbito de los alternativos, e incluso de los extremistas, no? Para llevarla hacia un campo más científico, hay gente que ha empezado a buscar maneras de calcular, de hacer un poco más objetivo qué es realmente sostenible y qué no lo es. Han montado sistemas con criterios, hoy en día es un listado de unos doscientos y pico criterios. Cada herramienta, cada sistema, elige algunos criterios, para hacerlo más o menos complejo, depende. Pero todos se parecen. Lo que resulta es una descripción muy sencilla de lo que es parte de la sostenibilidad y una manera de expresarlo en cifras. Con las cifras haces la suma y tienes esto es tanto sobre tanto. Entonces puedes empezar a comparar: “este edificio es más sostenible que otro edificio”. Este último punto es el que me resulta difícil aceptar. No puedes comparar manzanas con peras, los dos pueden estar ricos, pueden tener tanta acidez, tanto azúcar, pero es muy difícil compararlos. Por eso se definen unos valores mínimos para evaluar un edificio. La mayoría de los sistemas de evaluación marcan puntos que puedes obtener por cada criterio que cumples más allá de los requisitos mínimos. Otras herramientas calculan impactos, en vez de dar puntos. En LEED, que es el certificado de la fábrica de Actiu, se trabaja con puntos y finalmente la suma de todos los puntos te da una medalla: bronce, plata, oro, platina.

En definitiva es una manera de reconocer hacia la sociedad que lo has hecho bien, muy bien, regular,…, Pero es a través de “cientificar” la sostenibilidad. Esto está bien por un lado, pero es peligroso por otro lado, porque la arquitectura y el diseño no siempre son números. También hay la intuición, la historia, la cultura, todo esto no todo puedes meterlo en cifras.

Lo que hay que aceptar es que esas herramientas han ayudado muchísimo a simplificar el debate para los que no son expertos en el mundo de la sostenibilidad. Por ejemplo, eres el propietario de una fábrica y estás preocupado por el agua, la energía,… Si tienes una herramienta como LEED, BREEAM, VERDE u otras, tienes un documento en el que basarte y pensar: “si cumplimos esos criterios seguro que lo haremos mejor”. Esta es la gran ventaja de estas herramientas. Como técnico, además, tienes un instrumento de trabajo que facilita muchísimo la comunicación con alguien que no controla la materia. Y, finalmente, hay un valor comercial añadido: una empresa puede mostrar su certificación platino que hablará no sólo del edificio sino también sobre su mentalidad como empresario y diferenciará a la empresa. Hay gente que se encuentra cómoda con ese valor comercial añadido y hay otros que no están cómodos con la comercialización de la sostenibilidad. Pero ese es otro debate.

mimbrea: Sí lo abordaremos más adelante, primero nos podéis comentar quién tiene normalmente la inciativa en este proceso.

BS: Yo no sé en le caso de Actiu como lo habéis hecho, pero existen las dos posibilidades. Que una persona que quiere construir un edificio diga antes de empezar: “quiero certificar con tal herramienta”. Si el equipo de técnicos controla la herramienta, puedes ir incorporando mejoras en función de los objetivos que tú te marcas y según los criterios de la herramientas. Esto siempre es mejor que construir tu edificio y después decir “ahora vamos a certificar y a ver que sale”, ¡aunque también es posible!.

Las herramientas están pensadas para evaluar y certificar, no para diseñar. Así es cómo están descritos todos los criterios, los cálculos,…. Pero hay muchos arquitectos que hoy en día utilizan eso como un dato más, como el programa, el lugar …

El cliente siempre quiere reunir lo máximo posible. Pero para llegar al top del top vas a tener que ir a instalaciones de alto rendimiento energético, depurar todas las aguas, hacer zonas verdes importantes, los flujos de aire tienen que estar hipercontrolados, todo esto incrementa, quieras o no, el precio del edificio. Entonces, para tener un buen edificio no tiene que costar más, pero para ir al top, sí tienes que gastarte algo más. Pero bueno, puedes pensar “me lo gasto en un mármol en el suelo, o en una máquina de absorción de alto rendimiento”.

TL: Además así consigues recuperar parte del sobrecoste inicial, en ahorro energético, o en gasto de agua

BS: o en salud de la gente

TL: En salud de la gente, sí… Por ejemplo, en Actiu se replantaron 2.500 plantas, se hizo un esfuerzo con ese espacio verde de parque alrededor del edificio y realmente puede aportar valor cuantificable para la huella de carbono. Entonces, todo eso puede llegar a compensar. Desde luego, inicialmente tiene un coste cuando se quiere alcanzar un nivel muy alto inicialmente.

BS: Hay que tener en cuenta que son cálculos teóricos, porque si quieres llegar a hablar del gasto energético que te ahorras a largo plazo… Tardas 10 años en amortizar una instalación de placas fotovoltáicas, si compararas con el coste actual del petróleo, para tener electricidad. Pero no sabes nunca cómo será el precio del petróleo en 5 o 10 años. Son estimaciones que ayudan a que la gente tome decisiones para reducir su impacto sobre el medio ambiente gastándose algo más inicial, y durante 10-20 años amortizando esa inversión inicial.

mimbrea: En pocas palabras, ¿en qué se benefician las certificaciones voluntarias al usuario final?

TL: En el caso de los edificios productivos -y entiendo que a medio plazo también ocurrirá con los edificios residenciales- tiene una ventaja adicional. Si el contenedor para producir, en este caso muebles, está certificado como sostenible, el producto que se va a lanzar al mercado, que en este caso son sillas, mesas de oficina, etc, tiene una posición de partida mejor para obtener una certificación de producto. Para un industrial que trata de vender, de ganar cuota de mercado en un sector muy competitivo, esto es un factor muy importante para poder ofrecer un producto en mejores condiciones que la competencia. En el caso de Actiu se está compitiendo con fabricantes de EEUU, Alemania, etc. Para posicionarse en la banda alta, hay que ofrecer a una sociedad, cada vez más exigente, productos con mayor valor y mayor innovación.

mimbrea: Entonces, ¿esta experiencia puede ser un ejemplo para otras empresas e, incluso, otras industrias?

BS: Bueno yo creo que todavía hay mucho trabajo por hacer. La verdad es que una empresa como Actiu es más bien la excepción que la regla en este momento. En el contexto español, estamos en un estado muy peculiar, muy difícil. Para que esto sea una mancha de aceite que va creciendo rápido necesitaríamos otra realidad económica, no? Estamos en un mercado paralizado. Llegar al gran público, en las circunstancias de hoy en día, aquí, no es posible. Concienciar sí, pero para que esto llegue al gran público tienes que tener unos cuantos promotores de viviendas que lo apliquen uno detrás de otro, y que la gente que vive en esas viviendas vea que las cosas funcionan. El de Actiu es un ejemplo singular: una fábrica, en un punto. No van a hacer 10 fábricas, con una fábrica están cubiertos. En este momento en el contexto español, el mercado no ayuda para realmente llegar al gran público. En EEUU, o en otros países en desarrollo, las certificaciones van bastante rápido. LEED certifica hoy en día 70000 m2 al día, es mucho. Pero bueno, ya llegaremos, hay que ser optimistas en ese sentido.

TL: Estás comentando el proceso de crisis en el que estamos en este momento, la economía tan dura que tenemos en España, en el mundo, pero sobretodo España, que está produciendo estragos en el mundo del la producción, en el mundo industrial, etc. Yo creo se tiene que aprender y se tiene que salir de esto con otros planteamientos. Seguramente el futuro inmediato no será nada parecido al que teníamos antes de la crisis. La administración está desconcertada, desbordada, por una mala gestión política y económica, y por una situación de desconcierto de cuál es su papel en el futuro. La política industrial de la administración pública es lamentable. Polígonos industriales que se están desarrollando como en los años 60, no se ha avanzado en absoluto en esto. Se están produciendo modelos de vivienda todavía heredadas de los 10 o 15 últimos años, que tampoco responden a las necesidades de la sociedad. Es una situación paradójica. La administración, en otro momento, tenía una posición de avance sobre la sociedad, era la impulsora de una política de diseño, de creatividad, digamos, mejor. Hoy no. Por tanto, su papel hay que repensarlo, y posiblemente muestras como la de Actiu, te da una idea de que la sociedad civil va muy por delante de la administración. En España hay que replantear del papel de la administración en cuanto al desarrollo de los sectores productivos en la organización territorial. Es el momento de hacerlo y de pensarlo. Al menos en aquello que está cercano a los ciudadanos, la administración más próxima, la municipal, la regional. Que podamos decidir qué aspectos hay que mejorar según las necesidades de la sociedad. No se pueden seguir haciendo las mismas cosas que se hacían en los años 70. Atenta contra cualquier lógica.

BS: Y la diferencia no es poner placas solares. Olvídate de eso. Esa es la peor publicidad que nos pueden hacer a la sostenibilidad. “Colocar placas solares por normativa es lo que toca”. Pues no. Es muchísimo más que eso.

mimbrea: ¿Algún ejemplo de ese tipo de procesos?

BS: Bueno, yo creo que el ejemplo de Actiu es clarísimo: una persona que tiene la cabeza bien puesta, que opta por un tipo de desarrollo y encuentra el camino para conseguirlo.

TL: Pero para resolver el problema urbanístico y conseguir el permiso para hacer el Parque Actiu también se tuvo que pasar un calvario administrativo. Ni si quiera se vio como algo realmente necesario y que debía ser apoyado. Fue un recorrido difícil al principio. Tiene más mérito en ese aspecto. La administración no lo veía porque ese parque no encajaba con la tipología industrial del sector. Ahora las cosas se ven de otra manera; han pasado casi 10 años. Pero lo he dicho antes: la actitud de la administración debe ser repensada completamente y tener un planteamiento muy distinto. Es necesario que el sector industrial y productivo en la Comunidad Valenciana tenga un futuro distinto, … y que tenga un futuro. Ese futuro pasa por planteamientos nuevos. Partimos de algo muy importante, también en la óptica de la sostenibilidad: existe una tradición, una cultura, hay una mano de obra con un conocimiento adquirido que no se puede perder, es un patrimonio muy importante. La administración debería estar a la altura para poder colaborar en ese proceso. Organizando mejor el territorio, organizando mejor las cosas, y también señalando cual es el camino. Sólo con prohibiciones o con normativas no se arregla.

BS: Yo muchas veces digo que estamos sobrerregulados. Con algo menos, yo creo que iríamos mejor. Pero lo importante es tener gente bien formada en los sitios donde se toman decisiones. ¿Por qué, aquí en la Comunidad Valenciana, hemos machacado tanto el territorio con PAI y urbanizaciones por todos los sitios? No porqué la ley en sí estaba mal, sino porque no había un filtro en todo el proceso por el que pudiera decirse, dentro del bien común, eso no lo queremos, lo puedes hacer en otro sitio, pero no en ese sitio. Aún con tus criterios de arquitectura, aunque cumple por normativa, ese trocito del territorio, no es el más óptimo para hacer una urbanización. La administración no debe esconderse detrás de una ley, sino entender que la ley que es un instrumento, una herramienta de trabajo. En otros países, por ejemplo en Holanda, es demasiado regulado, demasiado estricto por comisiones de calidad, se tarda muchísimo para aprobar una cosa, aquí va demasiado rápido. Hace falta un filtro de calidad con gente preparada para interpretar la normativa en función del bien común. Con formación, actualización, información, .. y con criterio para decir “no, desarrollamos el territorio así, desarrollamos la ciudad así, con esos instrumentos de ley, sí, pero con esa visión también”. No hay visión, este es el gran problema, y sólo puedes tener una visión si formas a la gente, si enseñas a las personas que se pueden hacer las cosas de otra manera y a comparar si lo que vemos está bien o está mal.

TL: Si no, lo que consigues es una reacción para que no se haga nada.

BS: Provocas miedo a tener una reacción y una responsabilidad, a tener que decidir una cosa.

mimbrea: Y eso supone paralizar una sociedad entera…

TL: Donde no se hace nada no se puede avanzar, no se puede innovar y la sociedad no irá a mejor si no se hace nada. Lo que hay que hacer es las cosas bien. No hacer nada no soluciona el problema. Yo creo que ahora estamos en una situación de crisis importante, y es también una crisis de conocimiento, de valores. Hay que repensar todo esto, y valorar las cosas con un criterio más participativo y menos regulatorio, aboliendo un montón de leyes. Yo creo que España es un país que tiene el mayor número de leyes por ciudadano. Por otro lado eso también es un mérito porque se va innovando en la legislación, en las leyes administrativas, que hemos sido también en el s.XIX los grandes innovadores del derecho administrativo en Europa, pero bueno, yo creo que las cosas tienen un límite. Con la multiplicación de las autonomías, de las regiones, y de las capacidades legislativas, claro, nos hemos superado. Hemos alcanzado unos niveles estratosféricos.

BS: Aquí en la Comunidad Valenciana también, en mi opinión, con la estrategia territorial que tenemos, hemos dado un paso en la buena dirección. La estrategia intenta estar por encima de todas esas leyes urbanísticas recientes, pero desde el espacio y el territorio, y con unos objetivos y metas para el 2030 que se pueden medir. Son muy modestos, pero por lo menos se tiene una visión.

mimbrea: ¿Pueden explicarla un poco?

TL: Bueno, es la primera vez que se hace un planteamiento a largo plazo y no normativo, un planteamiento-paraguas. Un concepto de estrategia territorial general pero flexible. Está organizando la capacidad de entender el territorio y está delimitando los aspectos importantes a la hora de tomar decisiones. Para mí, esta es la gran aportación.

BS: Sí. Habla sobre industria, sobre empleo, sobre la vivienda, sobre biodiversidad, sobre distintos elementos, y en conjunto.

TL: Es como aclarar las ideas. Establecer los parámetros que hay que considerar para que no sea todo una especie de saco confuso, donde no se sabe muy bien que es lo importante y lo secundario. Es un inicio. Yo creo que es, además, un inicio nuevo en España. Hay que seguir por ese camino y posiblemente reconsiderar esa estrategia, pero al menos hay un primer paso.

BS: Tenemos que ser optimistas.

TL: Si hay una zona en España que puede innovar de una forma clara, esa es la Comunidad Valenciana. Sobre planteamientos más serios, más responsables, y sobre criterios de administración del territorio adecuados a las necesidades de la sociedad valenciana, pensando también en un futuro, en un hábitat, en un futuro económico, de un territorio integrado en España y en Europa. Por su posición, no se debe de olvidar nunca este aspecto. Siempre ha tenido esa capacidad de vinculación con Europa, con el exterior, y la comunidad tiene un futuro importante. Pero hay que resolver el problema interno de cómo organizarse y cómo establecer las prioridades. El territorio es nuestro gran bien, nuestro patrimonio más importante, sobre el cual se asientan aspectos de la economía fundamentales desde la agricultura, la industria, y también la edificación y el turismo. A todo eso hay que darle un impulso para conseguir mejorar el nivel económico de esta comunidad, y poder resolver nuestros problemas internos de equilibrio social, económico y de integración. No podemos dejar de exigir, también a la administración, un planteamiento riguroso en ese aspecto.

Continuará…